Málaga, 15 de abril del 2012
Cuando te silbo, como a un perro,
vienes alborozada, como una perra.
Cuando te llamo por un nombre,
siempre contestas ¿qué?
sin entrar en consideración,
que el nombre que he utilizado
es el de mi mujer.
Cuando te doy golpecitos en la cabeza,
no te das cuenta que te estoy diciendo
que eres más tonta que una piedra.
Cuando por la mañana, junto a un cafe,
muy rico, por cierto, me dices:
¡anoche me hiciste muy bien el amor!
Me entran ganas de gritar y de salir corriendo.
Si lo que hace un viejo, es bien el amor,
¿como se llama lo que hacen los jóvenes,
cuando se quedan colgados en un ¡ay!
y en un ¡joder!, que parecen eternos?.
De donde sales tu, pazguata,
que ni me has preguntado
donde enterré a mi mujer, ni cuando.
©Bernardo Iribarnegaray
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