En el Museo Thyssen se pueden hacer bastantes cosas. Mi favorita es ir con Gonzalo al Bar Carmen Thyssen. Entrando por la librería hay un patio donde estar con mi nieto, con esa luz maravillosa, es un lujo. Un té en el silencio absoluto, que posibilita que el niño no se despierte, y escuchar solo el click de la cámara, es orgásmico. Pasar al bar y poder fotografiar las flores, que ponen en las mesas, o los fruteros con naranjas inmaculadas. Ver el diseño esmerado del mobiliario y del ambiente es un placer. Y por fin gozar del esmerado servicio del personal. Todo esto lo hace el mejor bar de Málaga.
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