Esta mañana al despertar, he recordado un sueño, como recién vivido.
Tenía una mesa pequeña con un paño negro que llegaba hasta el suelo. Encima de la mesa tenía una navaja, una tabla de cocina y una cesta con caramelos. Debajo de la mesa un fardo muy grande, sobre un charco de agua. Estaba roto por una esquina y asomando una masa enorme, digamos que marrón. Estaba en el Muelle Uno y rodeado de otras personas, que en sus mesas vendían cosas.
Con la navaja cortaba un poco de lo que había en el fardo y lo subía a la tabla, donde lo recortaba. Me comía un caramelo y con el papel hacía un paquetito, que colgaba en un arbolito que había detrás de mi.
El arbolito ya estaba lleno de aquellos paquetitos. La gente, formando cola delante de mi mesa, iban cogiendo los paquetitos. Entonces vino un amigo mío y me dijo que le acompañase. En la siguiente escena estoy yo en este barco con mi amigo y más gente:
A las personas del barco les indicaba de donde había sacado los fardos e iban sacando uno tras otro. Cada vez que sacaban uno, mi amigo me aplaudía y los demás me sonreían.
Me he despertado contento.
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